Reflexión sobre la necesidad de imaginar y crear tecnologías que incluyan a todas las personas
La tecnología inclusiva busca garantizar equidad y justicia, abordando sesgos presentes en el desarrollo tecnológico. Ejemplos como algoritmos sesgados, tecnologías no situadas y barreras estructurales muestran cómo las herramientas actuales perpetúan desigualdades. Casos como anuncios de empleo que excluyen implícitamente a ciertos grupos evidencian la urgencia de una transformación. Promover iniciativas desde el sur global puede cerrar brechas y fomentar la creación de soluciones adaptadas a contextos locales.
En las diferentes sesiones de la campaña #RompamosElCódigo, se ha analizado cómo los sesgos de género influyen en el diseño y desarrollo de tecnologías. Por ejemplo, algoritmos que refuerzan estereotipos muestran que la tecnología no está exenta de los prejuicios humanos. Esto nos lleva a una pregunta clave: ¿Cómo podemos garantizar que la tecnología beneficie a toda la sociedad y no solo a ciertos grupos privilegiados?
La tecnología inclusiva, un concepto que aboga por el desarrollo de herramientas, plataformas y productos que incluyan las necesidades de todas las personas, se presenta como una respuesta crucial. Más allá de un ideal, es una necesidad en un mundo interconectado y diverso. Pero ¿qué implica realmente y por qué es tan importante?
La necesidad de una perspectiva diversa
Los sesgos de género, así como otros tipos de prejuicios, como los culturales o raciales, a menudo se infiltran en el desarrollo tecnológico, perpetuando desigualdades. Esto sucede porque las herramientas tecnológicas suelen ser diseñadas por equipos homogéneos que, ya sea por intención o falta de ella, ignoran las necesidades de otros grupos.
Por ejemplo, hay dispositivos de reconocimiento facial que funcionan mejor para personas blancas debido a conjuntos de datos sesgados, aplicaciones que no consideran las necesidades específicas de las personas con discapacidad, o algoritmos de reclutamiento que descartan currículos de mujeres porque están entrenados con datos de contrataciones predominantemente masculinas.
Reconocer barreras estructurales
Una tecnología verdaderamente inclusiva debe garantizar equidad y justicia en el acceso a los recursos y, al mismo tiempo, crear oportunidades. Debería ser una herramienta transformadora con beneficios tanto sociales como económicos.
Sin embargo, es vital reconocer las barreras estructurales. Tecnologías diseñadas desde el norte global tienden a ignorar la realidad de las comunidades rurales y periurbanas en la región Latinoamericana. Por ejemplo, muchas plataformas digitales requieren conectividad de alta calidad o dispositivos costosos, lo que excluye a gran parte de la región. En contraste, iniciativas locales como aplicaciones de banca móvil diseñadas para personas agricultoras, por ejemplo, demuestran que es posible integrar las necesidades de comunidades específicas con resultados positivos.
Tecnologías no situadas y el impacto de las brechas de género
Desde una óptica ética, es crucial abordar los desequilibrios de poder que existen en el desarrollo y distribución tecnológica. Tecnologías no situadas, como plataformas educativas diseñadas para contextos urbanos, suelen fracasar en comunidades rurales donde el acceso a internet y electricidad es limitado. Este enfoque unidimensional perpetúa exclusiones históricas y refuerza las brechas existentes.
Asimismo, se observa cómo las estructuras patriarcales influyen en el acceso y la creación de tecnología. La baja participación de mujeres en los campos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) limita las perspectivas y es considerado un factor que perpetúa productos tecnológicos sesgados. ¿Cómo podríamos construir herramientas que empoderen a las comunidades si no escuchamos ni involucramos a quienes enfrentan las mayores barreras?
Un caso reciente que llamó mi atención fue un aviso de reclutamiento para el puesto de “Ingeniero en Seguridad de la Información”. Aunque la posición era interesante, el anuncio mostraba una imagen exclusivamente masculina, además del lenguaje. Este enfoque puede excluir a mujeres jóvenes recién graduadas que buscan insertarse en el sector tecnológico y a quienes la experiencia en el campo podría aportar una perspectiva fresca e innovadora. Este tipo de sesgos sutiles refuerza la percepción de que ciertas áreas profesionales no son inclusivas, desincentivando aún más la participación de las mujeres.
Hacia una tecnología para todas las personas
La tecnología inclusiva no debe considerarse una utopía, sino una necesidad urgente. En un mundo tan diverso, cada persona merece acceder a herramientas que mejoren su calidad de vida sin importar su género, raza, origen, o discapacidad. Como sociedad, debemos exigir que las industrias tecnológicas adopten una perspectiva inclusiva desde la concepción de cada producto. Al mismo tiempo, cada persona puede contribuir cuestionando y apoyando iniciativas que promuevan la igualdad en el ámbito tecnológico.
Estas reflexiones también abren oportunidades. Invertir en tecnologías inclusivas desde y para el sur global permite no solo cerrar brechas sociales, sino también construir autonomía tecnológica. Redes de cooperación y desarrollo local podrían liderar la creación de soluciones innovadoras y adaptadas a necesidades reales. El futuro de la tecnología depende de que nadie quede fuera.
XCC