Reflexión sobre los efectos de la violencia digital en la salud mental de las personas
La violencia digital de género ha aumentado exponencialmente, causando graves daños psicológicos y sociales. Las tecnologías digitales permiten nuevas formas de acoso y abuso, afectando de manera desproporcionada a mujeres, especialmente a las que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. Las consecuencias incluyen ansiedad, depresión y aislamiento, además de limitar las oportunidades de las víctimas. Es urgente abordar esta problemática a través de la educación, el apoyo a las víctimas y políticas públicas que protejan los derechos digitales de todas las personas.
La violencia digital se ha convertido en un fenómeno alarmante que impacta profundamente la salud mental de las personas, especialmente de las mujeres. A medida que la tecnología avanza, también lo hacen las tácticas de acoso y abuso, dejando a las víctimas atrapadas en un ciclo de angustia y sufrimiento emocional. Las plataformas digitales, lejos de ser espacios seguros, a menudo se transforman en terrenos de vulnerabilidad donde la violencia puede proliferar de manera insidiosa.
Vulnerabilidad en un mundo digital
La violencia digital de género se manifiesta de diversas formas, afectando a millones de personas en todo el mundo. Una de las manifestaciones más preocupantes de la violencia digital de género es el uso de tecnologías para la explotación y el acoso. Desde deepfakes hasta la difusión no consensuada de imágenes, estas herramientas tecnológicas se utilizan para perpetuar el abuso de género.
No obstante, la violencia digital de género no afecta a todas las mujeres de la misma manera. Las mujeres en contextos de vulnerabilidad social, como aquellas que viven en zonas rurales, con bajos recursos económicos o en países en desarrollo, experimentan formas particulares de violencia digital. La falta de acceso a internet, dispositivos móviles y conocimientos digitales las hace más vulnerables a la explotación y al acoso en línea. Además, las normas culturales y sociales en diferentes regiones pueden exacerbar los efectos de la violencia digital, limitando las opciones de las víctimas para denunciar y buscar apoyo.
Consecuencias psicológicas, sociales y económicas
Las víctimas de violencia digital enfrentan graves consecuencias psicológicas. Experimentar abuso sexual basado en imágenes puede ser igual de angustiante que otras formas de violencia sexual, desencadenando efectos devastadores en su salud mental. Las víctimas a menudo sufren de ansiedad, depresión y un sentido profundo de inseguridad. Interrupciones en el sueño, baja autoestima y sentimientos de culpa, vergüenza y humillación son comunes. Muchas veces, estas emociones pueden llevar a estrategias de afrontamiento poco saludables, como el abuso de sustancias o la autolesión, y en los casos más extremos, a pensamientos suicidas.
Las mujeres y niñas afectadas pueden sufrir daños físicos y emocionales, además de enfrentar consecuencias laborales significativas. El miedo a ser revictimizadas y la autocensura en espacios digitales son respuestas comunes en un entorno que a menudo responsabiliza a las víctimas por el abuso. Esta cultura de culpabilización no solo minimiza el daño infligido, sino que perpetúa un ciclo de silencio y aislamiento, dejando a las víctimas sin apoyo y recursos.
Caso de acoso en el entorno escolar
El acoso no se limita a lo virtual. En entornos escolares, hemos visto cómo algunos estudiantes manipulan fotos de compañeras con inteligencia artificial, desnudándolas y vendiendo esas imágenes. Según una investigación de Sensity AI, el 95% de los vídeos deepfake en línea son pornografía sin consentimiento, y en el 90% de los casos, las protagonistas son mujeres. Esta deshumanización y objetivación no solo es dañina en sí misma, sino que contribuye a un ambiente de normalización de la violencia hacia las mujeres.
En Perú, una madre de las afectadas por deepfake compartió la angustia de su hija, quien le llamó llorando: “El viernes me llamó para decirme que uno le había gritado obscenidades, diciéndole palabras grotescas en los pasillos del colegio y a otra de las víctimas la han empujado”. Este tipo de hostigamiento no solo afecta la integridad de las víctimas, sino que crea un ambiente escolar tóxico, donde el miedo y la inseguridad se convierten en parte de la rutina diaria.
Por la dignidad y la salud mental de todas las personas
Las repercusiones de la violencia digital son alarmantes y pueden llevar incluso a la violencia en el mundo real, como el acoso callejero y las agresiones físicas. La pérdida de reputación profesional y la marginación en espacios públicos y políticos obstaculizan el avance hacia la igualdad de género. Cuando se silencia a las mujeres y se les impide participar plenamente, perdemos como sociedad.
Es fundamental que la sociedad reconozca la gravedad de la violencia digital de género y sus efectos en la salud mental. La educación sobre el uso responsable de la tecnología, junto con el apoyo a las víctimas, son pasos cruciales para abordar este problema. Recordemos que la responsabilidad debe recaer únicamente en los agresores, y es imperativo crear un entorno donde las víctimas se sientan seguras y apoyadas en la denuncia de estos delitos. La lucha contra la violencia digital es una lucha por la dignidad y la salud mental de todas las personas.
XCC