Denunciar la violencia digital: resistencia y transformación en el activismo latinoamericano

En ALAC, denunciar la violencia digital se ha convertido en una forma de resistencia y empoderamiento. Movimientos como #ChileDespertó y #NiUnaMenos utilizan plataformas digitales para exponer injusticias y coordinarse contra la violencia de género y estatal. Sin embargo, enfrentan el reto de la censura, la brecha digital y los ataques en línea. A través de una estrategia crítica de seguridad digital y apoyo colectivo, el activismo digital puede mantener su rol transformador y construir un espacio inclusivo y seguro.

Denunciar la violencia digital: un acto de resistencia

La violencia digital se ha convertido en una extensión de las desigualdades estructurales, afectando a activistas, mujeres y grupos marginados en América Latina y el Caribe (ALAC). Sin embargo, el acto de denuncia y la búsqueda de apoyo han mostrado ser formas poderosas de resistencia, pues transforman el espacio digital en un campo de batalla por la justicia y la equidad. Esta reflexión explora cómo los movimientos sociales, al apropiarse de herramientas digitales, logran desafiar la violencia estructural, amplificando sus demandas y visibilizando injusticias.

La adopción digital como herramienta de resistencia y movilización social

En ALAC, la digitalización ha dado lugar a una nueva fase de resistencia social. La capacidad de los movimientos para adaptarse a las herramientas digitales ha transformado su alcance y su forma de operar, permitiéndoles articularse sin la dependencia exclusiva de espacios físicos. El movimiento #ChileDespertó, durante el estallido social de 2019 en Chile, es un ejemplo clave. Surgido en respuesta a las desigualdades sociales y económicas, este movimiento logró movilizar a millones de personas a través de redes sociales, rompiendo el cerco mediático y llevando su mensaje al mundo entero. Los hashtags y las plataformas digitales facilitaron una coordinación descentralizada y efectiva, generando un sentido de comunidad y pertenencia entre personas que compartían ideales comunes.

Este fenómeno no se limita a Chile. En Argentina, el movimiento #NiUnaMenos ha hecho uso de las redes para denunciar la violencia de género y la falta de respuesta estatal, logrando cambios importantes en las políticas públicas sobre el tema. Estos movimientos se apropian de la tecnología para visibilizar problemas que afectan a comunidades enteras y resistir los intentos de silenciarlas. Sin embargo, esta resistencia digital enfrenta desafíos propios, como la violencia digital de género y los ataques coordinados, que buscan frenar el activismo.

Violencia digital: un reto para los movimientos sociales

La violencia digital es una barrera que dificulta la participación segura de los colectivos vulnerables y las/los activistas. Abarca ataques cibernéticos, amenazas, acoso en línea y campañas de difamación que tienen como objetivo intimidar, desacreditar y silenciar a quienes denuncian abusos o violaciones de derechos humanos. Las activistas mujeres y los movimientos feministas son particularmente afectados por esta violencia, que se manifiesta en formas de ciberacoso, trolling y la difusión de contenido no consensuado, entre otros.

En el contexto del estallido social en Chile, se registraron ataques cibernéticos contra periodistas y activistas que documentaban los abusos de derechos humanos cometidos durante las manifestaciones. Estas tácticas son utilizadas para desmoralizar a quienes buscan un cambio social y para intentar romper la cohesión de los movimientos. Al atacar directamente a líderes de opinión, figuras visibles y personas con influencia en las redes, los agresores esperan sembrar miedo y desconfianza en las comunidades digitales.

El impacto psicológico de esta violencia es innegable. Muchas personas que participan activamente en estos movimientos experimentan ansiedad, estrés y miedo, ya que la agresión digital no se limita al ámbito en línea, sino que tiene consecuencias graves en la vida real. Es crucial entonces que, además de denunciar, se desarrollen mecanismos de apoyo y protección para las personas vulnerables y las víctimas de violencia digital.

La denuncia como un acto de resistencia

En este contexto, la denuncia de la violencia digital se convierte en un acto valiente de resistencia. Denunciar permite visibilizar estos abusos, además de exponer la magnitud del problema y la complicidad de las plataformas tecnológicas al no ofrecer suficientes mecanismos de protección para las víctimas. En movimientos como #ChileDespertó y #NiUnaMenos, denunciar la violencia digital es también una forma de fortalecer la cohesión del grupo, ya que reafirma el derecho a estar en el espacio digital y a exigir un trato justo y respetuoso.

El acto de denunciar también genera un impacto positivo en el empoderamiento de las víctimas. La denuncia promueve una narrativa de resiliencia frente a quienes buscan intimidar y manipular. La respuesta colectiva de apoyo y solidaridad es fundamental para contrarrestar la violencia digital, y se manifiesta en campañas de acompañamiento en redes, iniciativas de ayuda y recursos de apoyo psicológico. Este apoyo colectivo ayuda a contrarrestar el aislamiento al que muchas víctimas se ven sometidas y les permite recuperar la confianza en su seguridad en línea.

El rol de las plataformas digitales y la necesidad de políticas de protección

Las plataformas digitales tienen un papel importante en la perpetuación o mitigación de la violencia digital. Sin embargo, la realidad muestra que la mayoría de ellas no han desarrollado políticas de protección efectivas para frenar los abusos, dejando a las víctimas con pocas herramientas para defenderse. Los algoritmos, que suelen amplificar contenido sensacionalista o controvertido, también contribuyen a que la violencia se multiplique rápidamente, incrementando el alcance de los ataques.

A pesar de las solicitudes y campañas de organizaciones de derechos humanos, las plataformas tecnológicas como Facebook, X y TikTok suelen ser poco eficaces en la moderación de contenidos violentos o misóginos, y los procesos de denuncia son a menudo lentos y poco eficientes. Esto deja a las personas vulnerables expuestas a un daño prolongado sin que las empresas asuman una verdadera responsabilidad por su papel en la propagación de la violencia digital.

Es necesario que las plataformas implementen medidas preventivas, como algoritmos que detecten y bloqueen contenido abusivo antes de que sea publicado, y sistemas de denuncia accesibles y confiables. También es crucial que los gobiernos trabajen junto con las empresas de tecnología para implementar políticas de protección digital y educación en seguridad en línea, a fin de crear un entorno seguro para el activismo digital.

Hacia una estrategia de resistencia digital integral

La resistencia digital debe ir acompañada de una estrategia crítica para abordar las desigualdades que aún persisten en el espacio digital. En América Latina y el Caribe, el activismo digital es una herramienta de transformación social poderosa que ha permitido movilizar a millones de personas y desafiar estructuras de poder. Sin embargo, para que esta herramienta continúe siendo efectiva y segura, es imprescindible que los movimientos sociales, las plataformas tecnológicas y las instituciones trabajen en conjunto para garantizar la equidad en el espacio digital.

Fortalecer la seguridad digital de las y los activistas y proteger a las comunidades vulnerables de la violencia digital es un paso necesario para mantener el impacto transformador del activismo en línea. La apropiación digital debe enfocarse en desarrollar prácticas seguras, compartir conocimientos y educar a la población sobre el uso responsable y seguro de las tecnologías. La implementación de talleres de seguridad digital, la creación de redes de apoyo y la cooperación entre movimientos y organizaciones en la región son iniciativas que pueden contribuir a un entorno digital más inclusivo y protegido.

Denunciar la violencia digital es un acto de resistencia que desafía las estructuras de poder y defiende el derecho a un espacio digital inclusivo y seguro. Los movimientos sociales en América Latina y el Caribe han demostrado que, a pesar de los desafíos, el activismo digital sigue siendo una herramienta eficaz para amplificar voces y coordinar esfuerzos en busca de justicia. A medida que estos movimientos evolucionan, también lo hace la estrategia para protegerse de la violencia y enfrentar los desafíos que surgen en el espacio digital.

La lucha contra la violencia digital y los sesgos que limitan el activismo en línea debe ser una prioridad para todas las partes involucradas. Los avances en tecnología no deben servir para perpetuar las desigualdades, sino para construir una sociedad más justa, en la que todos y todas puedan expresarse libremente.

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