El poder de los algoritmos y sus impactos en nuestras vidas

En un mundo donde los algoritmos gobiernan cada vez más aspectos de nuestra vida diaria, entender su influencia y el poder que tienen sobre nuestras decisiones es fundamental. Desde lo que vemos en redes sociales hasta los resultados que obtenemos al buscar información, los algoritmos moldean nuestra realidad digital de maneras sutiles pero significativas. Este blog explora cómo estos sistemas invisibles no solo facilitan nuestras interacciones, sino que también amplifican sesgos y perpetúan desigualdades estructurales, afectando profundamente nuestras experiencias y oportunidades en el entorno digital.

Los algoritmos son piezas clave del rompecabezas tecnológico que define nuestras vidas modernas. Aunque a menudo son invisibles para las y los usuaris,  los algoritmos influyen en casi todo: desde las recomendaciones de productos en plataformas de compra en línea hasta las noticias que consumimos. Sin embargo, los algoritmos son neutrales. Están diseñados por personas, y como tales, pueden reflejar los sesgos y prejuicios de quienes los crean. Los efectos de estos sesgos algorítmicos pueden ser devastadores, perpetuando desigualdades de género, raza y clase.

En este blog, reflexionaremos sobre el poder de los algoritmos y cómo influyen en la vida digital de las personas, especialmente en América Latina y el Caribe.

Algoritmos: mediadores de nuestras experiencias

Cada vez que navegamos por internet, interactuamos con algoritmos. Estos son los sistemas matemáticos que deciden qué información mostrar, qué anuncios ver y qué personas agregar a nuestras redes sociales. Aunque pueden parecer herramientas útiles y prácticas, los algoritmos tienen un impacto profundo en cómo percibimos el mundo digital y, en última instancia, en nuestras decisiones cotidianas. En esencia, los algoritmos filtran la información que recibimos, creando lo que muchas persona han llamado “burbujas de información”, donde solo se nos muestra contenido alineado con nuestras creencias previas y comportamiento en línea. Esto no solo limita nuestra exposición a ideas diversas, sino que también refuerza estereotipos y sesgos preexistentes.

Algoritmos y sesgos: el lado oscuro de la tecnología

El poder de los algoritmos no radica solo en su capacidad de facilitarnos la vida, sino también en su habilidad para replicar y amplificar sesgos estructurales. Numerosos estudios han demostrado que los algoritmos pueden ser profundamente discriminatorios, ya que muchas veces se entrenan en conjuntos de datos que ya contienen prejuicios. Por ejemplo, algoritmos de reconocimiento facial han mostrado tasas de error más altas para mujeres y personas de color. Estos errores no son simples fallos técnicos; son una manifestación de cómo los sesgos de género y raciales están integrados en la tecnología que utilizamos diariamente.

En América Latina, este problema es aún más evidente, ya que los algoritmos diseñados en contextos globales suelen ignorar las realidades locales y las complejidades socioculturales de la región. El resultado es un entorno digital que perpetúa la exclusión y la violencia, afectando de manera desproporcionada a mujeres, comunidades indígenas y otros grupos marginados.

Algoritmos en las redes sociales: controlando la visibilidad

Las redes sociales son uno de los espacios donde los algoritmos tienen mayor poder. Deciden qué publicaciones tienen mayor visibilidad y cuáles quedan ocultas. Esto tiene un impacto directo en cómo se manifiestan y perpetúan las desigualdades en línea. Los algoritmos de plataformas como Facebook, Instagram o TikTok priorizan contenido que genera más interacción, lo que a menudo significa que amplifican discursos de odio, desinformación o estereotipos de género. Las mujeres, en particular, son más vulnerables a ataques en línea debido a este tipo de dinámicas algorítmicas que facilitan el acoso y la violencia digital.

Además, los algoritmos priorizan cuerpos, géneros y comportamientos que cumplen con estereotipos convencionales, lo que afecta la representación de cuerpos y narrativas diversas. Las voces disidentes, feministas o racializadas suelen tener menos visibilidad, perpetuando una cultura digital que favorece la homogenización y la discriminación.

Algoritmos y desinformación: un círculo vicioso

Uno de los aspectos más peligrosos de los algoritmos es su capacidad para diseminar desinformación de manera rápida y eficaz. Como ya se ha discutido en anteriores estudios de Situada, el fenómeno de los deepfakes y otras formas de desinformación afecta desproporcionadamente a las mujeres. Los algoritmos diseñados para maximizar la interacción priorizan el contenido sensacionalista, lo que facilita la difusión de noticias falsas y representaciones dañinas, especialmente en contextos donde la protección contra la violencia digital es limitada.

En ALAC, los deepfakes han sido utilizados para desprestigiar a mujeres en posiciones de poder, exponiéndolas a violencia digital y socavando su credibilidad. Este tipo de manipulación digital pone en evidencia la urgencia de revisar los algoritmos y diseñar sistemas que protejan los derechos de todas las personas, particularmente en contextos donde la regulación es escasa o inexistente.

Implicaciones éticas y la necesidad de regulación

Dado el impacto masivo de los algoritmos en nuestras vidas, es crucial plantearse las implicaciones éticas de su uso. ¿Quién decide qué algoritmos se implementan y bajo qué criterios? ¿Cómo podemos asegurarnos de que estos sistemas no perpetúen las desigualdades ya existentes? En América Latina y el Caribe, donde las regulaciones tecnológicas son a menudo insuficientes, es esencial fomentar debates sobre la transparencia algorítmica y la responsabilidad de las empresas tecnológicas.

La regulación de los algoritmos debe ser una prioridad para garantizar que se diseñen e implementen de manera ética y justa. Las plataformas digitales deben ser responsables de sus decisiones y de cómo sus algoritmos afectan a millones de personas. Además, es necesario incluir en el proceso a las comunidades más afectadas, para que sus realidades y necesidades sean tomadas en cuenta desde el principio.

Los algoritmos han cambiado la forma en que interactuamos con el mundo digital, pero su poder no debe ser subestimado. Si bien pueden facilitar la vida cotidiana, también tienen el potencial de perpetuar desigualdades y amplificar la violencia. En ALAC, es urgente repensar cómo se diseñan e implementan los algoritmos, asegurando que no excluyan ni marginen a los grupos más vulnerables. A medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más digital, debemos cuestionar el papel que juegan los algoritmos en nuestras vidas y exigir una mayor transparencia y justicia en su uso.

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